Cuerpo, materia y alma
De Amancay Espíndola. Con Estela Garelli y María Zubiri. Vestuario: Rosana Barcena. Iluminación: Facundo Estol. Música original: Cecilia Candia. Fotografía y diseño gráfico: Silvana Lozano. Arte digital: Silvia Maldini. Asistencia de dirección: Guadalupe Lanusse. Dirección: Ana Alvarado.
Teatro El Extranjero. Valentin Gómez 3378. Domingos, 21 hs.
Una canción de George Harrison decía “No podrás decir que estoy haciendo aquí/Pero espero ver todo con un poco más de claridad/Después de vivir en un mundo material”. Con “Ojos verdes”, la materialidad de un mundo, un espacio exterior es quien se ubica en contraposición (o no), a Alcira y Stella, dos mujeres que están esperando el tren para que las lleve…..que las lleve. Ambas parecen tener perfiles definidos. Una es más temperamental. Viene armada con una escopeta y parece ser de “tierra adentro”, con sus miedos y respetos a aquello que no puede explicar racionalmente. En cambio, Stella es más joven. Niña y mujer, denota cierta inocencia asi como confianza en variados aspectos aprendidos en ese mundo material que las rodea y al cual ella aspiraría a retornar. Ambas contarán con sus propias historias personales, las cuales retomarán pasados pesados, presentes dubitativos pero esperando un tren que las lleve –quizás- a una próxima estación llamada “Esperanza”.
La materialidad de la que hablábamos al principio es solo un estadio fugaz en el cual se instala la obra ya que es esa lucha que establece con el campo onírico del relato, lo que permitirá las múltiples lecturas con respecto a lo acontecido y a lo que vaya a suceder. Climas y sensaciones diversas, van conformando una paleta donde se pintará el color de una puesta que tendrá en el público femenino a sus más preciadas seguidoras. Amancay Espíndola creó una obra arriesgada que exigirá un compromiso por parte del espectador para que el disfrute y su comprensión sean plenos. Ese entrar en código que permite el diálogo fluido, el feedback ilimitado en la sala.
En un escenario casi desnudo, solo hay un asiento de estación y los petates que traen las dos mujeres. La multimedia se encargará de crear un ambiente poético y onírico a través de las imágenes que va disparando contra las paredes del escenario. No obstante, el trabajo de Estela Garelli y María Zubirí es excelente. No solo a nivel actoral sino a la forma en que logran crear, solas con sus cuerpos, todo un escenario donde se desarrollan los acontecimientos. De esta manera, la luz del tren que no llega, el miedo a esos perros que acechan, se convertirán a ese afuera amenazante, en una palpable realidad. Las metáforas con que la obra se aborda, serán disparadores hacia los más recónditos confines de la imaginación.
“Ojos verdes” corre riesgos con una puesta iluminada y de buen gusto que buscará romper fronteras en lo que a relación obra-público se refiere.
No terminó "Ojos verdes" porque cuando uno cree que es final, en realidad es el principio, ya que es uno el que debe hallar un punto de cese. El desierto, las carencias, la falta del amor, la vida errante en la propia existencia, el dolor que se instala como un visitante insoportable con el que hay que convivir, la búsqueda de lo perdido entre fantasmas, en la misma historia de un pueblo cargado de pre juicios y pre textos. Me impresiona como construiste todo esto en un texto que, como ves, no culmina con las excelentes actuaciones y la agobiante por momentos escenografía que no hace más que materializar ese universo que tal vez se sintetice en la pérdida del amor. La mentira no parece la mentira que se autoadjudica Stella (Maria Zubirí) , sino que sintetiza la metàfora que puede construirse en una historia semejante. Todo es un recorrido en círculos ante el imaginario que queda, como un resto, un trasto viejo, en un pueblo y en dos mujeres que pueden ser en algún momento hasta la propia conciencia de uno.Me atrae ese cosmos de pueblo que rodea todo lo que decís, las creencias, los relatos recortados que emergen del agua de ese desierto sin arena, donde no se camina sino que se navega porque en cierta medida, tus personajes se dejan llevar por la corriente. Tanto que Alcira teme de las armas porque a veces "el tiro sale por la culata", que es lo que luego le ocurre. Que bueno eso de que la vida tiene más imaginación que uno, ¿es tuyo? porque lo voy a utilizar, sin dudas.La economía de recursos se sostiene en la vastedad del sentimiento que se expresa en el escenario y la riqueza de las palabras.Como ves, la obra no termina sobre el escenario, te da una pausa para que luego vos te encargues. Si te animás, o si tus ánimas lo permiten, si sos sensible, tal vez brujo o sencillamente estés metido en este entrevero de vivir.
Alejandro Tarruela
Ojos Verde en "El refugio de la cultura"
TV Pùblica. Sábado 28/04/12
Ojos Verdes
Por: Maximiliano de la Puente
05/03/12
http://www.leedor.com/notas/5290---ojos_verdes.html
Dos mujeres en una estación de tren, en tránsito, varadas en un pueblo en el que nunca parece ocurrir nada. El tren no llega, el tiempo se estira: ésa es la excusa perfecta para que el vínculo entre ambas comience progresivamente a generarse y enriquecerse.
Con el correr de esta obra de Amancay Espíndola, dirigida por Ana Alvarado, nos daremos cuenta de que estas mujeres, ilusoriamente tan distintas, son en realidad semejantes, como dos caras de una misma moneda.
En Ojos verdes nada es lo que parece, el mundo real se mezcla permanentemente con el virtual, gracias a la puesta en escena, en la que las imágenes de Silvia Maldini y la música de Cecilia Candia construyen permanentemente espacialidad, trasladándonos de un lugar a otro, haciendo tangible ese universo ficcional compuesto por mitos, recuerdos y fantasmas que atraviesan dolorosamente a esas mujeres. En este punto, la obra implica una clara interrogación por los límites de lo real, es decir, aquello que podemos percibir fundamentalmente a través de los sentidos, y una apuesta por lo inmaterial, lo intangible, ese mundo fantasmático que pertenece al pasado, y que retorna, modificado, por el encuentro entre estas mujeres.
Con el correr de esta obra de Amancay Espíndola, dirigida por Ana Alvarado, nos daremos cuenta de que estas mujeres, ilusoriamente tan distintas, son en realidad semejantes, como dos caras de una misma moneda.
En Ojos verdes nada es lo que parece, el mundo real se mezcla permanentemente con el virtual, gracias a la puesta en escena, en la que las imágenes de Silvia Maldini y la música de Cecilia Candia construyen permanentemente espacialidad, trasladándonos de un lugar a otro, haciendo tangible ese universo ficcional compuesto por mitos, recuerdos y fantasmas que atraviesan dolorosamente a esas mujeres. En este punto, la obra implica una clara interrogación por los límites de lo real, es decir, aquello que podemos percibir fundamentalmente a través de los sentidos, y una apuesta por lo inmaterial, lo intangible, ese mundo fantasmático que pertenece al pasado, y que retorna, modificado, por el encuentro entre estas mujeres.
Ojos Verdes
http://www.asalallenaonline.com.ar/teatro/criticas/3664-ojos-verdes-.html
Para mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vída son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
La atmósfera de la pieza se construye sobre una equilibrada espera de dos mujeres en una estación, posiblemente abandonada, ya que el tren parece un espejismo maldito y la nada que las rodea lo hace más lejano aún. En escena, un banco y el resto lo visten dos dispositivos audiovisuales que participarán del relato de ambas, uniéndolo en una sola voz.
Alcira y Stella tienen mucho que contar, lo que empieza con una reflexión deriva en un monólogo trunco, y una parece saber de la otra más de lo que una sabe de una misma… complicado. Puede también que halla un fantasma entre ambas, un espíritu revoltoso que interrumpe y las hace volver a la realidad: la nada, la espera entre perros salvajes, el frío, el hambre y la sed.
El diálogo abarca lo cotidiano, pero entre lineas de hospitalidad, se va formando una cadena fuerte que enlaza recuerdos con fantasía, pasado con sueño y realidad. Una realidad difícil de entender creada por la actriz y dramaturga Amancay Espíndola, que bien supo conjugar la magia de los muertos con el pensamiento verbalizado de dos mujeres.
Estela Garelli representa a una mujer de mediana edad que se aferra a dos líneas que alguna vez le ha escrito el hombre que dio vuelta su vida; Maria Zuburi es la joven Stella, un lucero con demasiado temor a la oscuridad; ella también se aferra a las líneas mientras las imágenes de divas de telenovelas en blanco y negro envuelven la escena.
Se destaca el trabajo actoral en equipo, los tiempos que manejan permiten dejar volar la imaginación y las pantallas que las acompañan no intentan traducirlas sino que se integran al diálogo.
Dirige una bastante acotada docente en Teatro de Objetos: Ana Alvarado, quien renuncia a los objetos en esta obra pero canaliza toda esa fuerza en el elemento pantalla: es el que instala el dilema en escena a la vez que otorga cuerpo a la poesía que construyen estas dos mujeres a la espera.
Teatro: El Extranjero – Valentín Gómez 3378
Funciones: Domingos 21:00 Hs
Ojos verdes de Amancay Espíndola
28/02/2012
El personaje, la mujer, atraviesa con su maleta y un arma el espacio despojado, sólo un banco y un panel, que luego se inundará de imágenes a partir de las proyecciones que se reiteran y que van no sólo creando climas sino también aportando una simbología que da espesura semántica al relato. La mujer quiere tomar un tren que no llega, y detrás de ella una pared y una puerta, que luego también se duplicaran, son la entrada o la salida a otro mundo, que no responde, y que se hace presente desde la ausencia. Otra mujer se suma a su soledad, y también espera, pendiente de una luz que se intuye o parece estar, allí como un punto de esperanza en la oscuridad más profunda y que es la que habita en el tren que las aleje de ese lugar y sobre todo de ellas mismas. Ana Alvarado consigue del texto poético de Amancay Espíndola una puesta entre surrealista y expresionista1, con su carga de duda y culpa, que envuelve a los personajes, más la sombra onírica que fija el límite entre lo real y lo imaginado, donde se despliegan mundos paralelos que intentan cruzarse con la misma imposibilidad que las líneas paralelas, pero que encuentran en la encrucijada de ese instante, sus coincidencias. Como ella misma afirma: (…) “Ante la hibridación de las artes, la aparición de la tecnología como creadora de sentidos escénicos y la intertextualidad permanente, el rol del dramaturgo/gista ese puente entre texto, representación y público, se complejiza. (…) los directores asumimos esa función en espera del tercero que nos ayude a dar sentido a la pluralidad de imágenes, textos elípticos, recursos tecnológicos en tiempo real, técnicas de presentación casi reality, que pueblan de complejas intenciones nuestro trabajo; (…)” Los relatos parecen primero banales, luego se tiñen cada vez más del tono de una confesión acechada por el externo amenazante y una historia de perros salvajes que son la metáfora de una sociedad que muerde y mata. ¿Quiénes son las dos mujeres? Seres que la vida apuesta a unir para que puedan develarse a sí mismas el dolor que guardan con recelo, o es la misma en dos tiempos distintos que por azar se cruzan, cuando todo ya está perdido para siempre. Nunca lo sabremos, es imposible desarmar este nudo borromeo, como los tres aros enlazados, las dos protagonistas están unidas por una fuerza extraña e invisible, como un “entre dos” ni vivo ni muerto pero que cuya presencia asfixia al espectador. Con profesionalismo ambas actrices en el reducido espacio escénico y con muy pocos elementos van construyen un especio virtual representado que empuja y finalmente se impone a los dos personajes. El espacio se dilata y parece convocar tanto al público como a los “malos espíritus”, mientras el tiempo se contrae y el ritmo escénico se acelera. Alcira (Estela Garelli) por momentos se arrastra y gime como un animal mal herido y temeroso de los buitres que lo acechan o de los fantasmas que persiguen a los pocos que quedan en el pueblo. La tensión y el miedo se expresa a través de su cuerpo, de su mirada y sus gestos. Stella (María Zubiri) es la joven actriz que se ha perdido y conserva cierta inocencia infantil. La música, la iluminación y las imágenes proyectadas sobre la pared negra contribuyen a crear esa atmósfera de misterio y suspenso, y refuerzan el ambiente claustrofóbico y la imposibilidad de salir para las dos mujeres a campo abierto. Eventos sobrenaturales o de difícil explicación comolos perros salvajes, una cueva tenebrosa, la noche de luna llena o el tren que nunca llega parecen no darle tregua ni a los personajes femeninos ni al espectador, a pesar de que el conjuro ya ha sido dicho al invocar un hombre amado.
19/02/2012
Ojos verdes
Un viaje poético e interesante de dos mujeres muy distintas
Por Jazmín Carbonell | LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/1449881-ojos-verdes
Estela Garelli (Alcira) y María Zubiri (Estela).
Dramaturgia: Amancay Espíndola /Dirección: Ana Alvarado / Intérpretes: Estela Garelli, María Zubiri / Arte en video: Silvia Maldini / Música original: Cecilia Candia / Vestuario: Rosana Barcena / Iluminación:Facundo Estol / Puesta tecnológica: Gabriel Gendin / Asistente de dirección: Guadalupe Lanusse / Sala: El extranjero (Valentín Gómez 3378) / Funciones: Domingo, a las 21 / Duración: 60 minutos
Nuestra opinión: muy buena
Dos mujeres esperan en un banco la llegada de un tren. Está demorado y entonces, claro, cómo no hacerlo, comienzan a relacionarse, a dialogar. En principio parece una trama clásica, un disparador que puede generar de todo. Y así es. Ana Alvarado, la respetable directora y coautora del grupo teatral El Periférico de Objetos, acepta esta invitación y con el texto bello de Amancay Espíndola emprende el viaje, nada sencillo por cierto, de hacer jugar a estas dos mujeres entre sus pasados y sus presentes.
Ojos verdes es una arriesgada propuesta, críptica por momentos, poética por otros, que decide no contentarse con la simplicidad del hecho mismo de la espera de un tren sino estrujar esta situación hasta el límite. Y entonces estas dos mujeres que parecen no conocerse van dándole forma a un vínculo que tiene más aristas de lo que aparenta.
Durante toda la obra se dará un juego interesantísimo de imágenes proyectadas sobre la pared del fondo del escenario, en diferentes partes de la escena e incluso sobre objetos. A estas imágenes se le suma una música muy precisa para cada instante. Así, juntas, van creando una atmósfera que dispara sensaciones diversas. Ya desde el comienzo, la irrupción de sombras y de una música misteriosa sobre la imagen de la terminal de trenes anuncian que no será una obra sencilla sino un viaje por el tiempo, tiempo subjetivo, tiempo suspendido, tiempo que por momentos se aquieta y sugiere la idea de limbo, de lugar incierto.
La mujer más grande, Alcira (Estela Garelli), llega antes, tiene una valija y una escopeta en mano. Estela (María Zubiri) irrumpe luego, su llegada es más torpe, más aniñada. Cada una representa un paradigma: la más grande aquel arquetipo arcaico, el de la tierra, el de campo, en donde los mitos se confunden, o se funden, con la realidad, donde las cábalas, los fantasmas, las creencias, son parte de la vida, son las explicaciones a los hechos. Estela en cambio es racional, representa a la modernidad, descree de todos los mitos y busca la explicación de los sucesos en los hechos concretos. Y así transcurre el tiempo y ellas buscan, bucean entre sus recuerdos aquellas piezas clave que les marcaron la vida y que las tiene a ambas esperando a ese tren que parece no venir nunca. Y sus pasados se entrelazan, se fusionan en la memoria, las dos aman a un hombre de ojos verdes y el amor entonces se universaliza, unifica paradigmas, derriba fronteras.
Sin dudas, Ojos verdes es una obra interesante, rebasa poesía, pero, vale aclarar, requiere de un espectador dispuesto a emprender este viaje..
Lo que nos rodea
Obra de Amancay Espíndola con dirección de Ana Alvarado
por Mónica Berman
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=3177
19/02/2012
En un principio parece que estamos en una estación de tren. Allí, proyectada, la puerta de un edificio vacío. Aquí, un banco de estación pobre y abandonada porque el tren pasa, con suerte, una vez por día. Alrededor nada de nada.
Dos mujeres que no se conocen esperan un tren que no llega nunca y el universo que las rodea, es al menos, amenazante.
Claro, en sentido estricto, esto es del orden de “lo real” por decirlo de algún modo. Pero ellas no están solas ni viven solamente su presente de espera de un transporte impuntual y primitivo. Están rodeadas de mitos, de recuerdos, de presencias invisibles para los espectadores pero que alteran sus movimientos y sus gestos.
Una parte de ese imaginario es convocado a partir de las palabras, incluso de ciertas “actuaciones” (hay pequeños juegos de teatro en el teatro, mejor tal vez, “telenovelas en el teatro”), otra parte se materializa en las imágenes de Silvia Maldini que toman el espacio por asalto y se proyectan en lugares inesperados.
Como asociaciones de la memoria llegarán al azar (o no, de acuerdo con las teorías y las explicaciones) fragmentos de su pasado y proyecciones de sus deseos. Es difícil saber en qué momento son “ellas” (en todo caso, ¿qué significaría esto?) o son un personaje, o son lo que sueñan.
El mundo material deja algunas huellas, unos vasos, una botellita, unos guantes salidos de la ficción que vaya a saber uno por qué túnel llegó a este universo aislado del mundo, donde los perros amenazan en todas las entradas y las salidas de ninguna parte… Pero hay un objeto particularmente bello, una carta pequeña y endeble, que puede funcionar como el paradigma de toda la propuesta. Una serie de palabras ¿invitan? a un encuentro para salir, tanto tiempo más tarde, a ver si el que invitaba está todavía allí.
DIEZ PREGUNTAS A ANA ALVARADO *
Mujeres que andan solas
1 Ojos verdes, la nueva obra que dirige, parte de dos mujeres en la inmensidad de un campo abierto esperando un tren que nunca llega. ¿Cómo logró convertir esa situación en un relato intimista?
El texto de Amancay Espíndola tiene esa característica, en medio de esa situación abismal, las dos mujeres conversan como sólo dos mujeres pueden hacerlo: “de todo”, profunda y tontamente. A ese diálogo, a esos cuerpos, se les suman imágenes visuales y sonoras, abstractas y enigmáticas creadas por Silvia Maldini y Cecilia Candia, que instalan lo íntimo en un contexto mayor.
2 ¿Por qué dice que el texto recupera el pensamiento sincrético de las culturas populares campesinas sobre la relación de lo humano con lo sobrenatural?
–Porque los personajes de la obra de Amancay, en su discurso, expresan un imaginario propio de las combinaciones que hacen hombres y mujeres a lo largo del tiempo, recreando ritos y mitos de una cultura aborigen y campesina, combinándolos con símbolos cristianos y sazonándolos con imágenes adquiridas a través de la ficción televisiva y folletinesca.
3 ¿Se sugestiona con facilidad?
–No, en absoluto, sólo me fascina lo que no es fácilmente comprensible, lo que no tiene una única respuesta y es factible de poetizar.
4 ¿Algún fantasma de su vida personal la visita con asiduidad?
–Espero que sí. Cuando intuyo que algo fuera de mi comprensión está cerca, deseo que se trate de alguno de mis fantasmas amigables.
5 En la obra conviven los espíritus y un pasado que, sin embargo, es presente puro. ¿Suele caer en las trampas del pasado?
–Pensamos en un tiempo medible y fragmentable y en otro infinito e indivisible, en un tiempo íntimo y único y en otro histórico y social. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho, dijo Borges. Ana Alvarado es una melancólica que da batalla y que trata de estar siempre dispuesta a dialogar con lo nuevo.
6 ¿Qué diferencia y qué une a los personajes que componen Estela Garelli y María Zubirí?
–Algunas cosas me las reservo para el público que vaya al teatro, pero otras son presentadas rápidamente en la obra: dos mujeres que andan solas y penando por algún amor, muy distintas, bonitas, de diferente edad, sin tener en claro si tiene sentido su viaje ni lo que están haciendo con su vida pero valientes y divertidas, que intuyen que no están exactamente donde creen.
7 ¿A qué cosas no puede decir que no?
–A los viajes por trabajo aunque me paguen poco. A los pedidos excéntricos de mi bella hija.
8 Si pudiera convertir en ley un proyecto, ¿cuál sería?
–Querría que existiese una ley muy estricta, una condena muy dura y un acuerdo internacional real para cumplirla, que termine con la esclavitud sexual de las niñas y jóvenes y castigue al tratante y al cliente.
9 ¿Está de acuerdo con la despenalización del aborto?
–Sí, absolutamente.
10 ¿De qué se avergüenza?
–De mis prejuicios y de mi acostumbramiento al horror.
* Autora, directora e intérprete de teatro. Está a cargo de la carrera de dirección escénica del IUNA. Desde 1987 trabaja en la actividad teatral, integrando el Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín. Fundadora, codirectora e intérprete del grupo El Periférico de Objetos. Ganadora de premios Konex, ACE y Fondo Nacional de las Artes. En la actualidad dirige Ojos verdes, en el Teatro El Extranjero (domingos a las 21 en Valentín Gómez 3378).
Topología de la Crítica Teatral. Por Liliana B. López.
http://topologiacritica.blogspot.com/2012/02/ojos-verdes-de-amancay-espindola.html
16/02/2012.
Ojos Verdes de Amancay Espíndola, dirigida por Ana Alvarado
Las primeras sensaciones que despierta la escena son las de despojamiento y oclusión: un espacio escénico de pequeñas dimensiones, el fondo negro, un banco de madera, dos mujeres. Pero a poco tiempo de comenzar, el minimalismo va dejando paso a la infinita complejidad del mundo femenino. Lo mismo que sucede con la materialidad escénica, ocurre con la fábula: lo que comienza siendo un encuentro casual en una estación ferroviaria se abre a una multiplicidad de interpretaciones, de nudos que traman otras tantas redes de significancia. Un tren que se demora –no podemos dejar de asociar con la espera de Godot- instala a las mujeres en una zona de expectación atravesada por la incertidumbre.
Los diálogos y situaciones desbordan permanentemente el realismo y por momentos, el costumbrismo, en un delicado equilibrio que las actrices manejan con gran ductilidad. Siempre en escena, atrapadas en una estación de ficción, además se exponen en la cercanía respecto de los espectadores. Un riesgo actoral que sortean airosamente, mediante una actuación cargada de matices, tonos, gestos y miradas que sugieren un misterio que la palabra oculta, o revela sólo a medias.
El espacio sonoro amplifica la ambigüedad tanto como las proyecciones: casas que desaparecen, fugaces visiones de animales salvajes, imágenes informes, van construyendo un mundo paralelo al de la vida cotidiana. Los planos visuales y auditivos cobran autonomía, al mismo tiempo que tensionan el orden de la ficción, imponiendo su propia legalidad. Alcira (Estela Garelli) y Stella (María Zubiri) oscilan entre ambos universos, se aferran a los bordes por momentos, y en otros, se dejan llevar por una instancia que las supera, hasta esfumar sus identidades. Algo las une (la fascinación por unos ojos verdes) y algo las separa (¿el tiempo?, ¿el espacio? ¿ambos?)
El mundo poético creado por Amancay Espíndola es amplificado por la dirección de Ana Alvarado, construyendo con pericia y sutileza una zona que transita por los recovecos, los pliegues y laberintos de lo femenino.
http://tiempo.infonews.com/2012/02/15/espectaculos-1113-hay-un-pensamiento-sobre-la-vida.php
Maby Sosa
15/02/2012.
“Hay un pensamiento sobre la vida”
Desde el terreno del teatro de objetos llega una nueva obra de esta importante directora que ahora decidió ir un poco más allá de la imagen y apostó a la palabra. Para ello, convocó a las actrices Estela Garelli y María Zubirí.
La escena de dos mujeres sentadas a la espera de un tren puede disparar muchas ideas, sobre todo para pensar una puesta en escena. En el caso de Ana Alvarado, experta en teatro de objetos, decidió ir un poco más allá de la imagen y apostar a la palabra. Así fue entrando en la historia de estas mujeres de distintas edades que comienzan a compartir no sólo el presente, sino también su pasado.
“Me interesó este texto en particular porque tiene una temática muy relacionada con el estado de vivir, con el presente y el pasado juntos, toca temas para mi punto de vista trascendentes”, explica la directora, Ana Alvarado. “Hay una forma muy particular en la forma de tratar las historias de fantasmas desde otra punto de vista, en el que los elementos de la cultura popular cobran una gran relevancia”, comenta Alvarado.
Ojos verdes está interpretada por Estela Garelli y María Zubirí, con guión de Amancay Espíndola. “El enigma, la pregunta sobre la vida y la muerte tomada de la charla de dos mujeres hablando de amores y de actrices porque a las dos les interesa la actuación fueron las cosas que me atrajeron del texto de Espíndola”, cuenta la directora. Según dice, le llegan muchos guiones escritos por mujeres. “Hay muchas mujeres que están escribiendo teatro y que me acercan sus cosas para que las dirija. Este texto apenas lo leí, me gustó”, agrega.
–¿Cómo pudiste resolver el paso entre el pasado y el presente en escena?
–Me interesa que nada provoque en el espectador una situación violenta. En el caso de este texto, hay un pensamiento sobre la vida, y una manera de mirar esos pensamientos desde una perspectiva diferente. Nosotros en la ciudad somos la mayoría agnósticos, pero saliendo de la ciudad, los pensamientos sobre la vida son distintos, porque se cree en otras cosas y se conciben las reflexiones de una manera menos traumática. Desde la puesta incluimos un trabajo en video de Silvia Maldini, donde trabajamos más que nada el concepto metafísico que transmite la obra.
–Trabajás mucho en teatro de objetos. ¿Es otro circuito de trabajo, siendo una obra totalmente de texto?
–Hay distintos teatros: el off, el comercial y todos tienen distintas reglas. Hay buenos actores y muchas veces en el teatro de texto, el público va mucho por el actor. Pero si la obra es mala, es mala. En ese sentido, hay un punto de partida desde el lado del público. Eso pasa en todos circuitos teatrales, pero el off es un lugar de mayor experimentación donde se prueban otras variables en donde en algunos casos es el espacio y en otros la actuación. En esta obra, busqué mucho el trabajo del texto, darle importancia al diálogo que se establece entre la imagen, la actuación y el mismo texto porque en este caso la obra se completa en la unión de estas partes.
¿Cuándo?
DOM 21 hs. La obra Ojos verdes de Ana Alvarado se presenta en el teatro El Extranjero, Valentín Gómez 3378.
Maby Sosa
15/02/2012.
“Hay un pensamiento sobre la vida”
Desde el terreno del teatro de objetos llega una nueva obra de esta importante directora que ahora decidió ir un poco más allá de la imagen y apostó a la palabra. Para ello, convocó a las actrices Estela Garelli y María Zubirí.
La escena de dos mujeres sentadas a la espera de un tren puede disparar muchas ideas, sobre todo para pensar una puesta en escena. En el caso de Ana Alvarado, experta en teatro de objetos, decidió ir un poco más allá de la imagen y apostar a la palabra. Así fue entrando en la historia de estas mujeres de distintas edades que comienzan a compartir no sólo el presente, sino también su pasado.
“Me interesó este texto en particular porque tiene una temática muy relacionada con el estado de vivir, con el presente y el pasado juntos, toca temas para mi punto de vista trascendentes”, explica la directora, Ana Alvarado. “Hay una forma muy particular en la forma de tratar las historias de fantasmas desde otra punto de vista, en el que los elementos de la cultura popular cobran una gran relevancia”, comenta Alvarado.
Ojos verdes está interpretada por Estela Garelli y María Zubirí, con guión de Amancay Espíndola. “El enigma, la pregunta sobre la vida y la muerte tomada de la charla de dos mujeres hablando de amores y de actrices porque a las dos les interesa la actuación fueron las cosas que me atrajeron del texto de Espíndola”, cuenta la directora. Según dice, le llegan muchos guiones escritos por mujeres. “Hay muchas mujeres que están escribiendo teatro y que me acercan sus cosas para que las dirija. Este texto apenas lo leí, me gustó”, agrega.
–¿Cómo pudiste resolver el paso entre el pasado y el presente en escena?
–Me interesa que nada provoque en el espectador una situación violenta. En el caso de este texto, hay un pensamiento sobre la vida, y una manera de mirar esos pensamientos desde una perspectiva diferente. Nosotros en la ciudad somos la mayoría agnósticos, pero saliendo de la ciudad, los pensamientos sobre la vida son distintos, porque se cree en otras cosas y se conciben las reflexiones de una manera menos traumática. Desde la puesta incluimos un trabajo en video de Silvia Maldini, donde trabajamos más que nada el concepto metafísico que transmite la obra.
–Trabajás mucho en teatro de objetos. ¿Es otro circuito de trabajo, siendo una obra totalmente de texto?
–Hay distintos teatros: el off, el comercial y todos tienen distintas reglas. Hay buenos actores y muchas veces en el teatro de texto, el público va mucho por el actor. Pero si la obra es mala, es mala. En ese sentido, hay un punto de partida desde el lado del público. Eso pasa en todos circuitos teatrales, pero el off es un lugar de mayor experimentación donde se prueban otras variables en donde en algunos casos es el espacio y en otros la actuación. En esta obra, busqué mucho el trabajo del texto, darle importancia al diálogo que se establece entre la imagen, la actuación y el mismo texto porque en este caso la obra se completa en la unión de estas partes.
¿Cuándo?
DOM 21 hs. La obra Ojos verdes de Ana Alvarado se presenta en el teatro El Extranjero, Valentín Gómez 3378.