Síntesis de prensa

Dijo la crítica:

¿Existe ese hombre de ojos claros o sólo existen sus cartas? ¿Son dos las mujeres que ese hombre ha enamorado o es una sola, desdoblada en dos destinos? Finalmente, ¿existe ese tren que no llega para nosotros, los espectadores? Esperando el tren, en una estación ínfima y desierta, mientras la vida pasada se cuenta, como si ese relato fuera todo lo que puede intercambiarse. No sabemos si alguien miente. Pero, como frente a toda historia en primera persona, eso no tiene importancia. Cuando alguien habla, en la mentira siempre está su verdad. La verdad de la actuación, la verdad, artificiosa, del teatro.
Beatriz Sarlo


OJOS VERDES, dijo Susana Cart
Dos mujeres en una estación de tren…desde mi lugar puedo sentir el aullido permanente del viento patagónico…
Escucho sus voces…sus relatos de vida…sus confesiones más intimas….
Me conmueven…me interesan, y puedo ver a través de ellas…esos ojos verdes.


FUIMOS EL DOMINGO A VER "OJOS VERDES", MUY BUENA, FUERTE. LOS TEXTOS SON PARA MI LO MAS TRASCENDENTE A ESCUCHAR, Y LAS METAFORAS ME HICIERON VOLAR LA MENTE. A MI PADRE QUE TIENE 83 AÑOS, LE FASCINÓ, COSA QUE ME SORPRENDIO PARA BIEN, HALAGÓ EL TRABAJO DE LAS ACTRICES!!!SALUDOS PARA TODO EL ELENCO!!
MOSQUITO SANCINETO



MUY BUENA. Ana Alvarado, la respetable directora y coautora del grupo teatral El Periférico de Objetos, acepta esta invitación y con el texto bello de Amancay Espíndola emprende el viaje, nada sencillo por cierto, de hacer jugar a estas dos mujeres entre sus pasados y sus presentes. Ojos verdes es una arriesgada propuesta, críptica por momentos, poética por otros, que decide no contentarse con la simplicidad del hecho mismo de la espera de un tren sino estrujar esta situación hasta el límite. Durante toda la obra se dará un juego interesantísimo de imágenes proyectadas sobre la pared del fondo del escenario, en diferentes partes de la escena e incluso sobre objetos. A estas imágenes se le suma una música muy precisa para cada instante. Así, juntas, van creando una atmósfera que dispara sensaciones diversas.

Sin dudas, Ojos verdes es una obra interesante, rebasa poesía, pero, vale aclarar, requiere de un espectador dispuesto a emprender este viaje..

Jazmín Carbonell, diario La Nación


Los diálogos y situaciones desbordan permanentemente el realismo y por momentos, el costumbrismo, en un delicado equilibrio que las actrices manejan con gran ductilidad. Siempre en escena, atrapadas en una estación de ficción, además se exponen en la cercanía respecto de los espectadores. Un riesgo actoral que sortean airosamente, mediante una actuación cargada de matices, tonos, gestos y miradas que sugieren un misterio que la palabra oculta, o revela sólo a medias.

El espacio sonoro amplifica la ambigüedad tanto como las proyecciones: casas que desaparecen, fugaces visiones de animales salvajes, imágenes informes, van construyendo un mundo paralelo al de la vida cotidiana. Los planos visuales y auditivos cobran autonomía, al mismo tiempo que tensionan el orden de la ficción, imponiendo su propia legalidad. Alcira (Estela Garelli) y Stella (María Zubiri) oscilan entre ambos universos, se aferran a los bordes por momentos, y en otros, se dejan llevar por una instancia que las supera, hasta esfumar sus identidades. El mundo poético creado por Amancay Espíndola es amplificado por la dirección de Ana Alvarado, construyendo con pericia y sutileza una zona que transita por los recovecos, los pliegues y laberintos de lo femenino.

Liliana B. López, Topología de la crítica teatral.

¿Qué puede ocurrir de nuevo en el universo tan especial llamado Ana Alvarado? “Ojos verdes y para sorpresa, lo mínimo se hace máximo si el delirio poético de esta creativa se junta con la palabra sensible y profunda de Amancay Espíndola, entonces ahí juntas, batallan en controversia y con contradicción intencional, obligando a los espectadores a pensar.

La dulce María Zubirí sobrevuela el escenario y por muchos momentos se la ve como suspendida, angelical, sumergida en la palabra y el pensamiento. En cambio, Estela Garelli está con su altura, al nivel de esta arriesgada puesta tan simbólica, saltando de persona a personaje, en voz, cuerpo y acción.

Es inevitable verlas brillar, ya que el uso medido del audiovisual como escenografía deja que el artista se destaque, sin invadir su trabajo y acompañando a las actuaciones y a la historia, que siempre debe ser la protagonista en el teatro.Por último los sonidos son generadores exactos de climas y suman al lenguaje visual, a la brillante palabra de Amancay Espíndola (hay que aprender a leer más allá de aquello que claramente se escucha) a los cuerpos que proponen vestir y desvestir alusiones y al nuevo vuelo de Ana Alvarado, que esta vez, fue bello de ver y acompañar… ¡Muy buena propuesta!

Meche Martínez, Vida y Amor por la Palabra


Ana Alvarado consigue del texto poético de Amancay Espíndola una puesta entre surrealista y expresionista, con su carga de duda y culpa, que envuelve a los personajes, más la sombra onírica que fija el límite entre lo real y lo imaginado, donde se despliegan mundos paralelos que intentan cruzarse con la misma imposibilidad que las líneas paralelas, pero que encuentran en la encrucijada de ese instante, sus coincidencias. Con profesionalismo ambas actrices en el reducido espacio escénico y con muy pocos elementos van construyen un especio virtual representado que empuja y finalmente se impone a los dos personajes. El espacio se dilata y parece convocar tanto al público como a los “malos espíritus”, mientras el tiempo se contrae y el ritmo escénico se acelera. La música, la iluminación y las imágenes proyectadas sobre la pared negra contribuyen a crear esa atmósfera de misterio y suspenso, y refuerzan el ambiente claustrofóbico y la imposibilidad de salir para las dos mujeres a campo abierto.

Azucena Ester JOffe y María de los Angeles Sanz, Luna Teatral


El diálogo abarca lo cotidiano, pero entre líneas de hospitalidad, se va formando una cadena fuerte que enlaza recuerdos con fantasía, pasado con sueño y realidad. Una realidad difícil de entender creada por la actriz y dramaturga Amancay Espíndola, que bien supo conjugar la magia de los muertos con el pensamiento verbalizado de dos mujeres. Se destaca el trabajo actoral en equipo, los tiempos que manejan permiten dejar volar la imaginación y las pantallas que las acompañan no intentan traducirlas sino que se integran al diálogo. Dirige Ana Alvarado, quien renuncia a los objetos en esta obra pero canaliza toda esa fuerza en el elemento pantalla: es el que instala el dilema en escena a la vez que otorga cuerpo a la poesía que construyen estas dos mujeres a la espera. 



 Julieta Panigazzi, A Sala Llena.


En Ojos verdes nada es lo que parece, el mundo real se mezcla permanentemente con el virtual, gracias a la puesta en escena, en la que las imágenes de Silvia Maldini y la música de Cecilia Candia construyen permanentemente espacialidad, trasladándonos de un lugar a otro, haciendo tangible ese universo ficcional compuesto por mitos, recuerdos y fantasmas que atraviesan dolorosamente a esas mujeres. En este punto, la obra implica una clara interrogación por los límites de lo real, es decir, aquello que podemos percibir fundamentalmente a través de los sentidos, y una apuesta por lo inmaterial, lo intangible, ese mundo fantasmático que pertenece al pasado, y que retorna, modificado, por el encuentro entre estas mujeres.

Maximiliano de la Puente, Leedor.com


Lo que nos rodea
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=3177
Mónica Berman en Crítica Teatral

Hay un pensamiento sobre la vida. Nota a Ana Alvarado, 
por Maby Sosa en el diario Tiempo Argentino
http://tiempo.infonews.com/2012/02/15/espectaculos-1113-hay-un-pensamiento-sobre-la-vida.php


Lo intransferible de lo femenino. Nota a Ana Alvarado y Amancay Espíndola, 
por Cecilia Hopkins en Página 12.http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/espectaculos/10-24454-2012-02-26.html


Mujeres que andan solas. Diez preguntas a Ana Alvarado,